Avacanao
Cuadro Etnico Ñanduti "Mandala Del Sol"
Cuadro Etnico Ñanduti "Mandala Del Sol"
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En Avacanart, con el fin de rescatar los maravillosos telares precolombinos hechos a mano por comunidades indígenas y artesanos herederos de diseños y técnicas ancestrales, traemos estas verdaderas piezas de arte con sentido, enmarcándolas para entregar distinción, modernidad, sabiduría y lindas energías que perduren en el tiempo para el lugar, quienes se conecten y las adquieran.
El Ñanduti, en Guaraní “ Tela de Araña “, es un encaje que se borda y teje a mano con aguja e hilo sobre bastidores en círculos radiales bordando motivos geométricos o zoomorfos, en hilo blanco o en vivos colores, que imita el diseño de la telaraña. Una técnica tradicional del Paraguay que requiere de un laborioso trabajo y paciencia por parte de las tejedoras. Un arte que se trasmite de madres a hijas, se hacen de forma puntual, y ediciones muy limitadas. Es el símbolo de la ciudad de Itauguá, y es considerada como la reina de toda la artesanía del Paraguay.
Leyenda del Ñandutí:
Cuenta la leyenda que existía una mujer morena, muy bella y amable llamada Samimbi. Dos hombres, bravos guerreros guaraníes, luchaban por su amor. Uno de los jóvenes se llamaba Jasyñemoñare (hijo de la Luna) y el otro Ñanduguasu (avestruz).
Una noche en que Jasyñemoñare suplicaba a Tupã (Dios) que lo ayude a conquistar el amor de Samimbi, vio en lo alto de un enorme árbol una especie de encaje de color plateado; era perfecto y la luz de la Luna lo hacía aún más bello. Esto deslumbró a Jasyñemoñare y entonces trepó al árbol para bajarlo y regalárselo a su amada.
En ese momento también pasó por allí Ñanduguasu que, al ver aquel tejido tan hermoso, se puso furioso por los celos al saber que su enemigo lo conseguiría antes que él. Sin pensarlo dos veces, le disparó una flecha. Jasyñemoñare cayó y murió en el acto. Entonces, rápidamente Ñanduguasu trepó al árbol, pero cuando quiso tomarlo, solo quedó en sus dedos el tejido que se desgarró al instante, comprobando que se trataba de una tela de araña.
El remordimiento persiguió por varios meses a Ñanduguasu hasta que, un día, su madre logró sacarle el terrible secreto. La mujer pidió entonces a su hijo que la llevase hasta aquel árbol. Así lo hizo Ñanduguasu y, cuando ambos llegaron hasta el lugar, vieron con sorpresa que en ese mismo sitio se encontraba un tejido idéntico al anterior.
La mujer, queriendo consolar a su hijo, que desde la muerte de Jasyñemoñare vagaba sin rumbo por la selva, decidió regalarle un tejido igual al de aquel árbol. Para esto, la anciana se puso a estudiar con mucha atención la ida y venida de las arañas mientras hilaban con tal perfección hasta lograr aquel encaje. Entonces tomó sus agujas de tejer y empezó a copiar los círculos y rectas que las arañas dibujaban, y utilizando como hilo las hebras blancas de sus cabellos, logró reproducir aquel singular tejido.